En la vida se toman decisiones que luego siempre van contigo toda la vida. Un buen día yo decidí ser árbitro de fútbol. Mi amor por el deporte era tan grande, y mis cualidades para ser jugador tan pequeñas, que encontré en el mundo del silbato mi salida para evadirme del día a día. Estaba esperando a que llegaran los días de partido para poder disfrutar.
Sin embargo, no siempre se ha sabido valorar esta figura que es imprescindible en el fútbol base: el árbitro. Aquella persona que el diccionario define como Persona que en las competiciones deportivas cuida de la aplicación del reglamento pero el árbitro en el deporte base está para algo más que señalizar una falta o rellenar el parte. El árbitro debe de ser un cómplice, un jugador más, en definitiva, un amigo. Y eso es lo que yo tuve claro desde el primer momento.
Recuerdo que mi experiencia de árbitro de fútbol base me vino muy bien para poder dar el salto en lo profesional. Me matriculé en la Escuela Formatic Barcelona para hacer la carrera de gestión deportiva. Aquí tuve la oportunidad de estudiar la gestión deportiva en acción es una experiencia intelectual gratificante que también proporciona una base sólida para el desarrollo de futuras carreras. La verdad es que me vino muy bien y pude recordar viejos momentos. En la asignatura de el Negocio del deporte, es cuando más recordé todo lo que movía en torno al fútbol base, y sobre todo a los árbitros, aunque eso ya lo contaré en un próximo artículo.
Ahora prefiero centrarme en ese hombre de negro. En ese hombre de negro que nunca será el protagonista cuando haga su trabajo bien, lo será cuando lo haga mal. Es triste que un buen arbitro sea el que pase desapercibido, aunque en España es al revés. Es cierto que ni la llegada del VAR ha servido para mejorar la imagen de los colegiados en este país.
Sus funciones en el campo, y según el reglamento, están bien claras:
- Inspeccionar el terreno de juego para comprobar su estado.
- Examinar las licencias federativas.
- Aplicar las Reglas de Juego.
- Tomar nota de las incidencias de toda índole que pueda producirse, reflejando en el acta.
- Ejercer funciones de cronometrador.
- Amonestar, expulsar, según la importancia de la falta.
- Prohibir que entren en el campo sin su autorización a personas ajenas al juego.
- Redactar de forma fiel, concisa, completa y clara el acta del encuentro.
Sin embargo, todo estas funciones son normas, frías normas inscritas en un papel. La labor del colegiado debe ir más allá.
El árbitro debe de demostrar ser un amigo, que simplemente está ahí para hacer cumplir unas normas, pero no para castigar a los jugadores. No es el malo de la película, como en muchas ocasiones se intenta ver. También debe exhibir un respeto hacia los jugadores.
El ambiente de trabajo debe ser agradable, haciendo crecer la responsabilidad de todos, constatando que todos se dan cuenta de que mejoran cada día y sienten admiración los unos por los otros. El propio colegiado puede aprender muchas veces del niño.
Sobre el campo se debe realizar una labor informativa. Enseñar las reglas al niño, decirle dónde ha fallado, que el árbitro sea muchas veces la prolongación de un entrenador.
La labor de colegiado no siempre está valorada como merece. Por eso, un futuro árbitro debe tener mucha voluntad, capacidad de sacrificio para conseguir los objetivos. Desgraciadamente, muchas veces, tendrá que apoyarse a si mismo o en su familia. Luego será fundamental que le guste lo que haga, que no se venga abajo fácilmente, porque vivirá reveses. El árbitro tiene que estar continuamente reciclándose, pero no sólo el árbitro, también todos los agentes que forman parte del fútbol base. Todos los estamentos deben estar a una. “Que los niños vean en el deporte una forma de educación y de superación”.
Ahora se habla mucho del fútbol femenino después de ganar la Copa del Mundo, bueno, es cierto que se habla más del famoso beso de Luis Rubiales, expresidente de la federación de fútbol, a Jennifer Hermoso que del título. Pues bien, también tenemos que poner el foco en el fútbol base. Porque si se pone la base de la educación, comportamientos como el de Rubiales no llegarán. Es el momento de que la educación llegue al mundo del fútbol y se tiene que hacer desde lo más bajo, es decir, desde el fútbol base.