En la actualidad muchos niños y adolescentes padecen trastornos de la conducta alimentaria. Varios estudios han comprobado que los trastornos alimentarios se incrementaron en un 15,3% en 2020 respecto a años anteriores.
En los sistemas de clasificación de enfermedades aceptados en el ámbito internacional (el DSM-5 y el ICD-11) figuran siete enfermedades de este tipo: anorexia nerviosa, bulimia nerviosa, trastorno por atracón, trastorno por evitación o restricción de ingesta, pica y síndrome de rumiación.
Las personas anoréxicas no quieren ganar peso, mientras que la bulimia y el trastorno por atracón implican ingesta de grandes cantidades de alimentos.
Las personas que padecen el trastorno de pica, ingiere objetos que no son alimentos, como tierra o papel. En la rumiación, la comida se regurgita.
“Lamentablemente, hemos necesitado un desastre como el Covid para prestar atención a los trastornos de la alimentación. Es una llamada de atención para que sean una prioridad sanitaria”, dice Debra Kaztman, experta de la Universidad de Toronto, que lleva años estudiando estas enfermedades.
Un metaanálisis de 32 estudios ha descubierto que el 22% de los niños, niñas y adolescentes del mundo padecen conductas alimentarias alteradas como darse atracones, vómitos autoinducidos, realizar ejercicio excesivo, alta preocupación por el peso, usar laxantes o pérdida repentina de peso en un corto periodo de tiempo.
Estos comportamientos pueden derivar en trastornos de conducta alimentaria. Sin embargo, la prevalencia de padecer algún TCA es mayor entre las niñas, entre los menores con mayor índice de masa corporal y entre los adolescentes de mayor edad.
Este estudio ha sido dirigido por el científico murciano de la Universidad de Castilla-La Mancha, José Francisco López-Gil y publicado en la revista JAMA Pediatrics.
La investigación realizada con las respuestas de 63.181 participantes de entre siete y 18 años de 16 países, es el primer estudio hasta la fecha que estima la prevalencia de menores en riesgo de sufrir trastorno de la conducta alimentaria.
Para calcularla la prevalencia de menores en riesgo de sufrir estos trastornos, ha analizado los resultados del total de 32 estudios realizados previamente con menores que emplearon como herramienta de diagnóstico el cuestionario SCOFF.
«Es un trabajo que sirve para alertar de este problema y evidenciar síntomas que pueden acabar en consecuencias fatales», dice José Francisco López-Gil.
Los autores del estudio explican que si dos de cada diez menores presenta signos de conductas alimentarias alteradas, cuando se trata de las niñas, el porcentaje aumenta al 30%.
«Puede ser por la estigmatización que pueden sufrir, los estereotipos, la influencia de los medios de comunicación y las redes sociales, que juegan un papel importante en el desarrollo de estas conductas», explica el doctor López-Gil.
De las 27. 548 menores participantes, el 30% presentó signos de alteraciones en la conducta de alimentaria. Sin embargo, de los 26 .170 chicos menores, el 17% presentó esas alteraciones.
Las causas que provocan esta enfermedad son: problemas familiares o familias desestructuradas, un bajo nivel socioeconómico, uso de las redes sociales, etc. «Hay muchos factores que entran en juego, no solo hay una causa», dice el experto.
«Este tipo de conductas y trastornos tienen, además, efectos muy negativos sobre la salud digestiva que pueden abarcar desde cambios hormonales o afecciones intestinales hasta la desnutrición e incluso la muerte en los casos más severos», informan desde el diario ABC.
López pide: «Necesitamos más profesionales de la salud mental en la Atención Primaria y los TCA son otro factor más a tener en cuenta en la salud mental de la población».
Los niños con sobrepeso y obesidad presentan más síntomas de conductas alimentarias alteradas. En parte por «el rechazo social a la obesidad y la preocupación excesiva por la imagen corporal», explica el doctor.
Se puede prevenir estos trastornos de la conducta con las campañas de concienciación que promuevan estilos de vida y hábitos de alimentación saludables. Aunque también es muy importante que los padres estén atentos a los comportamientos de los hijos.
«Combatir la estigmatización que rodea a los comportamientos alimentarios alterados y el peso es una de las claves para que las personas pidan ayuda. Asimismo, destinar mayores recursos a acciones dirigidas a prevenir, detectar y comprender mejor los mecanismos que subyacen a las alteraciones de la conducta alimentaria beneficiaría enormemente a los jóvenes vulnerables», informa el investigador de la Facultad de Ciencias Psicológicas de la Universidad de Melbourne (Australia), Trevor Steward.
El especialista dice que los resultados de este estudio «ponen de manifiesto que ya no se puede ignorar la magnitud de este problema. Se necesitan investigaciones futuras que examinen las conductas alimentarias compulsivas, ya que el trastorno por atracón tiene la prevalencia más alta de todos los trastornos alimentarios y no se examinó a fondo en este estudio».
Esto lo sabe bien el psiquiatra Dr. José A. Hernández Hernández, ya que es experto en el abordaje simultáneo de los aspectos biológicos y psicológicos de los problemas mentales del adulto, así como del niño y del adolescente.
Este experto explica que algunos foros y redes sociales fomentan conductas que facilitan los trastornos de conducta alimentaria.
El uso de filtros, los retoques en las redes sociales para mostrar un cuerpo perfecto y la presión social sobre la imagen corporal, todos estos factores están provocando un incremento de TCA, sobre todo, entre los adolescentes.