¿Por qué las ventanas de PVC pueden ser beneficiosas para alguien con asma?

asma

El asma me acompaña desde hace años, y aunque en muchos momentos me he acostumbrado a convivir con ello, lo cierto es que nunca deja de ser complicado.

Hoy os quiero contar mi experiencia, hablar un poco sobre qué es el asma, qué síntomas tiene, cómo afecta en el día a día, y cómo, con el tiempo, he tenido que buscar soluciones para tener una mejor calidad de vida.

Una de las cosas que más me ha sorprendido —para bien— ha sido el cambio que noté al instalar ventanas de PVC en casa. Puede parecer un detalle sin importancia, pero no lo es.

 

¿Qué es el asma?

El asma es una enfermedad crónica que afecta a los pulmones. Básicamente, lo que pasa es que los bronquios —que son como los tubos por donde pasa el aire cuando respiramos— se inflaman y se estrechan. Esto hace que respirar se vuelva más difícil de lo normal. No siempre es igual, hay épocas en las que se nota poco y otras en las que todo se complica.

Algunos días estoy bien, como si no tuviera nada, pero, en otros momentos, cualquier cosa puede desencadenar una crisis: el polvo, el polen, los cambios de temperatura, la humedad, los ácaros, el pelo de los gatos o incluso un perfume fuerte.

Y cuando eso pasa, se siente como si alguien te apretara el pecho, como si el aire no pudiera entrar del todo. Toso, me cuesta respirar, y a veces me da miedo dormirme por si me despierto sin poder respirar bien.

 

Mis síntomas y cómo lo vivo

En mi caso, el asma se manifiesta sobre todo por la noche o al hacer ejercicio. También cuando hay mucha humedad o cuando entro en una casa cerrada con polvo.

Los síntomas que suelo tener son:

  • Tos seca y persistente (sobre todo por la noche).
  • Dificultad para respirar, como una presión en el pecho.
  • Silbidos al respirar (lo que los médicos llaman “sibilancias”).
  • Fatiga. Me canso antes que otras personas.
  • Sensación de ahogo al hacer esfuerzos, como subir escaleras.

Esos son los más comunes en mi caso, pero cada persona asmática lo vive de una forma diferente. Hay quienes lo pasan peor en primavera, otros en invierno, otros al correr… Yo lo noto sobre todo en otoño e invierno, cuando cierro la casa y empieza a haber menos ventilación. Y también en días húmedos.

 

El diagnóstico

Me diagnosticaron asma a los 15 años, aunque llevaba desde niña con tos que no se iba, sobre todo por la noche. Fui a varios médicos, hice pruebas de alergia, espirometrías (para ver cómo funcionan los pulmones) y al final, el diagnóstico fue claro: asma bronquial. Me recetaron un inhalador de rescate (el famoso “Ventolin”) y uno de mantenimiento con corticoides. A día de hoy sigo usándolos, aunque menos que antes.

Lo más difícil al principio fue aceptarlo. No es que me sintiera enferma todo el tiempo, pero tampoco estaba del todo bien, y como el asma no se ve, hay gente que no entiende que una persona aparentemente sana pueda tener tantas limitaciones. Me ha pasado que me digan “es solo tos”, “eso es psicológico”, o “exageras”. Pero quien ha vivido un ataque de asma sabe que no se exagera. Cuando no puedes respirar, te entra miedo. Y el miedo también afecta.

 

No quise solo medicación, quise buscar otras soluciones en mi día a día

Durante muchos años pensé que con el inhalador ya estaba todo solucionado. Pero luego entendí que no, que el asma es una enfermedad compleja y que hay que aprender a controlarla desde muchos frentes. No es solo tomar medicinas, es evitar los factores que te empeoran.

En mi caso, he tenido que hacer muchos cambios en casa:

  • Cambié las alfombras por suelos fáciles de limpiar.
  • Utilizo fundas antiácaros en colchones y almohadas.
  • Lavo la ropa de cama cada semana con agua caliente.
  • Evito los ambientadores y productos con olores fuertes.
  • Uso un purificador de aire en el dormitorio.
  • Ventilo la casa cada día, incluso en invierno.
  • Y uno de los cambios más recientes y efectivos: cambié las ventanas por ventanas de PVC.

Puede parecer un detalle pequeño, pero fue clave.

 

¿Por qué las ventanas de PVC?

Durante mucho tiempo tuve ventanas de aluminio bastante antiguas. No cerraban bien, entraba aire por las rendijas, y sobre todo, entraba humedad. En invierno se llenaban de condensación, había gotitas de agua por dentro del cristal, y si no lo limpiaba todos los días, acababa saliendo moho en los marcos. Ese moho no se veía mucho, pero estaba ahí. Y aunque lo limpiara, volvía a salir.

Buscando soluciones, me puse a investigar sobre qué tipo de ventanas eran más recomendables para personas con asma, y encontré a Crear Sur, una empresa especializada en ventanas de PVC en Granada. Les conté mi situación y me explicaron que el tipo de ventana que tenía podía estar empeorando mi problema sin que yo lo supiera.

Según me dijeron: “Las ventanas de PVC aíslan mucho mejor que las de aluminio, tanto térmica como acústicamente, y al evitar la condensación, se reduce la aparición de moho y la entrada de alérgenos del exterior. Eso ayuda a crear un entorno más estable y saludable, especialmente para personas con problemas respiratorios como el asma.”

La verdad, me convencieron. Todo lo que me explicaron tenía sentido y encajaba con lo que yo sentía en casa. Así que decidí dar el paso.

 

Características de las ventanas de PVC

  1. Aislamiento térmico y reducción de humedad: El PVC aísla mucho mejor que el aluminio, por lo que la casa mantiene mejor la temperatura y se evitan los contrastes bruscos entre dentro y fuera, que son un gran problema para quienes tenemos asma. Además, al tener mejor aislamiento, no se forma tanta condensación en los cristales, y por tanto, hay menos riesgo de moho.
  2. Cierre hermético: Este tipo de ventanas tienen un cierre mucho más hermético. No entra aire sucio de la calle, ni polvo, ni polen. En primavera, cuando el ambiente está lleno de polen, yo notaba que con las ventanas viejas me despertaba con la nariz tapada y la garganta irritada. Desde que puse las de PVC, eso ha mejorado mucho.
  3. Menor ruido exterior: Esto no afecta directamente al asma, pero sí a la calidad del descanso. Y descansar bien es fundamental para tener el sistema inmune fuerte y controlar mejor las crisis asmáticas. Dormir en una habitación más silenciosa ayuda más de lo que parece.
  4. Menor mantenimiento: El PVC no necesita pintura ni productos especiales. Se limpia con un trapo húmedo y jabón neutro. Eso es importante porque muchas veces, los productos de limpieza con químicos fuertes también empeoran el asma. Cuanto menos necesite una superficie para mantenerse bien, mejor.

 

¿Y se nota el cambio?

Muchísimo. No digo que las ventanas de PVC curen el asma, porque eso no es así, pero sí han sido una de las mejores decisiones que he tomado para vivir mejor con esta enfermedad. Desde que las puse, noto que tengo menos crisis nocturnas, duermo mejor, y ya no me despierto con esa sensación de tener el pecho cargado.

Además, al haber menos humedad, el ambiente es más estable. Ya no tengo que estar secando cristales cada mañana ni limpiando moho de las esquinas. Y todo eso se traduce en una casa más sana.

 

Otros cambios que han ayudado

Por si estás leyendo esto y también tienes asma, te comparto algunas cosas más que me han servido a lo largo del tiempo:

  • Hacer ejercicio moderado. Aunque al principio daba miedo, el ejercicio suave (como caminar o nadar) ha fortalecido mis pulmones.
  • Evitar los cambios bruscos de temperatura, no pasar del calor al frío de golpe.
  • Comer bien. Parece que no tiene relación, pero una dieta equilibrada, sin ultraprocesados, también ayuda al sistema inmunológico.
  • Beber agua a lo largo del día. Mantenerse hidratado es clave.
  • Usar humidificador o deshumidificador, según el clima. En mi caso, un deshumidificador ha sido muy útil en otoño.
  • Ventilar la casa todos los días, incluso en invierno. Aunque haga frío, abrir las ventanas unos minutos al día hace una gran diferencia en la calidad del aire.
  • Evitar textiles que acumulan polvo. Cortinas gruesas, cojines decorativos o peluches pueden ser un foco de ácaros. Cuanto más sencillo y fácil de lavar todo, mejor.

 

Como ves, aunque no lo parezca, siguen haciendo soluciones para ayudarte con el asma

El asma es una enfermedad que, aunque no se ve, se siente. Aprender a convivir con ella lleva tiempo. No basta con usar el inhalador, hay que adaptar el entorno, cuidar los detalles, y tener paciencia. Yo he aprendido que los pequeños cambios pueden tener un gran impacto.

Cambiar las ventanas de mi casa por ventanas de PVC no fue una decisión que tomara a la ligera. Pensé que sería solo una mejora estética o de confort, pero resultó ser una inversión en salud. Ahora mi casa es un lugar más limpio, más seco, más silencioso y mucho más saludable para alguien como yo.

Si tienes asma, te animo a que observes tu casa, que analices el ambiente donde vives. A veces, soluciones como las ventanas de PVC pueden marcar la diferencia. No curan, pero ayudan. Y cuando uno tiene una enfermedad crónica, todo lo que ayude es bienvenido.

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