Ay la ansiedad… tan presente como el aire en nuestra sociedad de hoy en día. Puede empezar como una sensación leve de nerviosismo o preocupación, y acabar ocupando un espacio enorme en nuestra vida diaria. La buena noticia es que, igual que llega, también puede aprender a marcharse… y no siempre hace falta depender de fármacos para lograrlo.
Si vas al médico, probablemente éste te recete ansiolíticos y te proponga tomarlos con “naturalidad” pero seamos sinceros: sabemos bien que ésta no es la solución. Si bien puede aliviarte el nerviosismo y dejarte dormir sin problema, también está la otra cara de la moneda: la dependencia y sus efectos secundarios, como que dicho medicamento se quede hasta 40 horas campando a sus anchas en nuestro organismo.
Por eso, en contra de todo este carrusel de pastillas que muchos quieren recetarnos, nosotros queremos basar la solución en un enfoque más natural, y dime, ¿Qué hay más natural que la música? Desde tiempos antiguos, el ser humano ha utilizado los sonidos para comunicarse, calmarse, celebrar y conectar con sus emociones. Y hoy en día, la musicoterapia ha demostrado científicamente que no se trata solo de “poner una canción bonita”, sino de un recurso terapéutico capaz de transformar nuestro estado mental y emocional.
En este artículo conoceremos cómo funciona la musicoterapia y cómo puede ayudarte a reconectar contigo mismo de una forma más profunda y saludable, para poder dejar atrás la ansiedad y empezar a vivir una vida más plena.
¿Por qué estamos cada vez más ansiosos?
Nos guste o no, todos vivimos en un mundo donde todo parece ir a contrarreloj, y esa es una de las razones principales por las que la ansiedad se ha convertido en uno de los problemas más frecuentes. Según datos de la Organización Mundial de la Salud, más de 300 millones de personas en el planeta conviven con algún trastorno de ansiedad, y las cifras siguen aumentando.
Además, la ansiedad no es solo “estar nervioso”: es una reacción física y mental que, si se prolonga, puede afectar seriamente a la calidad de vida. Puede aparecer en momentos puntuales, como una entrevista de trabajo, un examen o una mudanza, pero también puede convertirse en algo constante que influye en cada decisión y actividad diaria.
Digamos que puedes estar tan tranquilo andando por la calle, y que de pronto, sientas que algo “muy malo y muy repentino” te ocurrirá, sin saber el qué: eso, también es la ansiedad.
Efectos negativos de la ansiedad.
Los síntomas de la ansiedad pueden variar de una persona a otra, pero suelen incluir:
- A nivel físico: taquicardia, sudoración, tensión muscular, respiración acelerada, mareos o molestias digestivas.
- A nivel mental: pensamientos obsesivos, preocupación constante, dificultad para concentrarse y sensación de que “algo malo va a pasar”.
- A nivel emocional: irritabilidad, tristeza, apatía y sensación de estar desbordado.
¿Qué ocurre? Que, si no se aborda a tiempo, puede derivar en problemas más graves como insomnio crónico, depresión, aislamiento social e incluso alteraciones en la presión arterial o el sistema inmunológico. Por eso, no debemos restarle importancia.
Y es que la ansiedad es como una bola de nieve: si la dejamos rodar, cada vez se hace más grande. No se trata de “aguantar” hasta que pase sola, sino de aprender a gestionarla de manera saludable y efectiva.
También cabe destacar que el tratamiento de la ansiedad no es igual para todas las personas: hay quienes encuentran alivio con psicoterapia, otras necesitan un enfoque médico, y muchas logran mejorar combinando varios métodos. Lo fundamental es no normalizar vivir con ansiedad constante, porque a la larga puede afectar tanto como una enfermedad física.
¿Depender siempre de pastillas?
Es cierto que, en algunos casos, los fármacos pueden ser necesarios para estabilizar un cuadro de ansiedad, especialmente si es severa. Sin embargo, su uso prolongado puede conllevar efectos secundarios y dependencia. Por eso, siempre que sea posible, es recomendable apoyarse en métodos naturales que fomenten la autorregulación emocional y no tengan contraindicaciones.
Aquí es donde entra la música como un recurso terapéutico de enorme valor: recurrir a algo tan natural como la música no solo ayuda a aliviar la ansiedad en el momento, sino que también entrena al cerebro para reaccionar de forma más calmada ante situaciones futuras.
La música como medicina del alma.
La música ha acompañado al ser humano desde siempre en momentos de alegría, duelo, trabajo y descanso, y esto no es por casualidad: los sonidos tienen un impacto directo en nuestro sistema nervioso y en la liberación de hormonas como la dopamina y la serotonina, relacionadas con el bienestar.
Cuando escuchamos música, nuestro cerebro se sincroniza con sus ritmos y frecuencias. Si es una melodía suave y pausada, el ritmo cardíaco tiende a disminuir, la respiración se vuelve más profunda y los músculos se relajan. Esto genera un efecto contrario al de la ansiedad, que acelera y tensa todo el organismo.
De este modo, entendemos que escuchar tu canción favorita puede mejorar tu ánimo; sin embargo, hay un modo aún más efectivo para tratar la ansiedad: la musicoterapia. Vamos a conocer un poco más acerca de este tema de la mano de Somarmonia, quienes ofrecen este curso online en musicoterapia.
¿Qué es la musicoterapia?
Esta es una disciplina reconocida que utiliza la música y sus elementos (ritmo, melodía, armonía) con un fin terapéutico, siempre guiada por un profesional formado en esta área.
¿En qué consiste entonces, una sesión de musicoterapia?
En ella, puedes escuchar música, ¡pero también crearla! Puedes improvisar con instrumentos, cantar o trabajar con sonidos específicos que ayudan a liberar tensiones emocionales. La clave está en que se utiliza la música de manera planificada para cumplir objetivos concretos: reducir la ansiedad, mejorar la concentración, reforzar la autoestima o facilitar la expresión emocional.
¿Cómo ayuda la musicoterapia en la ansiedad?
Son muchas sus ventajas:
- Regula la respiración.
La música de tempo lento ayuda a acompasar la respiración y a hacerla más profunda, lo que activa el sistema nervioso parasimpático, encargado de relajar el cuerpo.
2. Interrumpe el ciclo de pensamientos negativos.
Cuando te sumerges en una experiencia musical, tu atención se desplaza de las preocupaciones a la vivencia sonora, rompiendo el bucle mental propio de la ansiedad.
3. Favorece la liberación de endorfina.
Estas hormonas, conocidas como “las hormonas de la felicidad”, generan una sensación de bienestar y placer, contrarrestando el estado de alerta excesiva.
4. Estimula la expresión emocional.
Muchas veces, la ansiedad se agrava por emociones no expresadas; por eso, tocar un instrumento o cantar puede ser una vía segura y creativa para liberar lo que llevas dentro.
Ejercicios musicales que puedes probar en casa.
Mientras decides si acudir a un profesional, puedes incorporar algunas prácticas sencillas para aliviar la ansiedad:
- Respiración musical: Siéntate cómodamente, pon una canción instrumental lenta y acompasa tu respiración al ritmo de la música.
- Diario sonoro: Graba con tu móvil sonidos que te relajen (lluvia, olas, canto de pájaros) y escúchalos en momentos de tensión.
- Canto consciente: Tararea o canta una melodía suave mientras prestas atención a las vibraciones en tu pecho y garganta.
- Movimiento libre: Deja que tu cuerpo se mueva al compás de la música, sin seguir pasos concretos: el objetivo es liberar tensión física.
La ciencia avala estos datos.
Varios estudios han demostrado la eficacia de la musicoterapia en la reducción de síntomas de ansiedad.
Investigaciones publicadas en revistas conocidas como Journal of Music Therapy señalan que, tras varias sesiones, las personas experimentan mejoras en su estado de ánimo, reducción de la tensión muscular y mayor capacidad para gestionar el estrés.
Además, está más que demostrado que la música estimula áreas del cerebro relacionadas con la memoria y las emociones, lo que la convierte en una herramienta valiosa también para prevenir recaídas.
¿Deberíamos convertirlo entonces, en un hábito?
Así es. Y no solo para tratar la ansiedad, sino para mejorar nuestro bienestar en general.
Escuchar música que nos guste, cantar, tararear e incluso componer nos ayuda de muchas formas, además de aumentar nuestra creatividad; además, lo mejor de la música como tratamiento complementario es que no tiene efectos secundarios y puedes integrarla en tu día a día sin grandes esfuerzos: escuchando una lista de reproducción relajante antes de dormir, dedicando unos minutos a improvisar con un instrumento o simplemente dejando que tu canción favorita te acompañe durante un largo y tranquilo paseo.
Si eres constante y eliges este hábito para ciertos momentos del día en los que puedas conectar de verdad con la experiencia sonora, sin prisas ni distracciones, tu cuerpo lo agradecerá.
Un camino hacia la calma.
A pesar de que la ansiedad no se elimina de un día para otro, aquí hemos demostrado que sí puede reducirse y controlarse con las herramientas adecuadas. Nosotros te hemos dado una solución que puede servirte bien, la música, una solución accesible, agradable y capaz de llegar a rincones emocionales a los que las palabras no siempre llegan.
Sin embargo, hay muchas más: el contacto con la naturaleza, los hobbies, socializar, dejar volar tu creatividad, la lectura, el ejercicio, etc. Lo importante es que te preocupes por ti mismo y busques esa manera de hacerte la vida más llevadera.
Ahora ya sabes que la música es una de ellas. A veces, lo que más necesitamos no es silenciar el ruido externo, sino aprender a escucharnos a través de sonidos que nos devuelvan la paz. Y en ese viaje, la música puede ser tanto el mapa como la compañía.



