¿Turismo natural o urbano?

natural

Me encanta viajar. No es solo una forma de conocer mundo, es, literalmente, mi estilo de vida. De hecho, desde hace tiempo, me considero nómada digital. Y lo cierto es que, a pesar de que muchos no estén de acuerdo con mi estilo de vida, soy más feliz que nunca en toda mi vida.

Cambiar de entorno, conocer nuevos lugares y culturas, escapar de la rutina, son razones para mí más que suficientes para querer hacer las maletas y salir a explorar mundo.

Sin embargo, siempre surge la misma pregunta: ¿Qué es mejor, hacer turismo en zonas rurales o en las grandes ciudades? Os puedo decir, yo que conozca ambas versiones, que, aunque ambas opciones tienen sus puntos fuertes, y dependerá, por supuesto, de los gustos de cada persona, en lo personal y después de muchos viajes y experiencias, me inclino firmemente por la naturaleza y todo cuanto ella me ofrece.

Las razones son muchas, y aunque reconozco lo que las ciudades ofrecen, al final siempre siento que la desconexión verdadera solo la encuentro en el mundo natural. Pero antes de explicar por qué prefiero el campo, quiero hacer una comparación justa entre ambas opciones.

 

Por un lado, tenemos el turismo urbano (en grandes ciudades)

Viajar a una gran ciudad puede ser muy atractivo, sobre todo cuando hablamos de lugares con mucha historia y cultura. Ciudades como París, Nueva York, Roma o Tokio son destinos que parecen tenerlo todo: monumentos impresionantes, museos, restaurantes de todo tipo, teatros, y una vida nocturna que te va a hacer volverte vampiro (nocturno, vamos). Hay tantas cosas para hacer que en un solo día puedes visitar una exposición de arte, comer en un restaurante delicioso y terminar la noche viendo un espectáculo o un concierto.

Además, las grandes ciudades suelen ser el centro de una enorme diversidad cultural. En estos lugares puedes conocer gente de todas partes del mundo, porque son muy visitadas por todo tipo de turistas, también puedes probar comidas de diferentes países e, incluso, vivir experiencias completamente nuevas. La mezcla de culturas que encuentras en las ciudades es una parte importante de su encanto, la verdad, porque es algo que no encuentra en las zonas rurales más alejadas y pequeñas.

Otra ventaja del turismo urbano es lo fácil que suele ser moverse. Las grandes ciudades están bien conectadas con aeropuertos, trenes, autobuses y metros. No hace falta preocuparse por alquilar un coche ni perderse en carreteras complicadas. Con el transporte público, puedes llegar a casi cualquier sitio rápidamente y sin demasiadas complicaciones.

Sin embargo, no todo es perfecto cuando viajas a una ciudad. A mí, particularmente, lo que más me agota es el ritmo acelerado con el que vive todo el mundo.

En las ciudades, los días suelen estar llenos de planes, responsabilidades, horarios…, y todo esto te deja muy poco tiempo para descansar. El ruido es constante, siempre hay gente riendo y hablando por todas partes, el tráfico nunca para y parece que la ciudad nunca duerme. A veces, en lugar de sentir que estoy de vacaciones, acabo más cansado que cuando empecé el viaje.

Aunque ves muchas cosas y te diviertes, al final cuesta encontrar un momento de tranquilidad.

 

Por otro lado, tenemos el turismo rural (en zonas naturales y pueblos pequeños)

Por otro lado, el turismo rural o de naturaleza ofrece un ritmo completamente diferente. Cuando hablo de viajar a la naturaleza, me refiero a esos destinos donde la tecnología y el caos urbano se quedan en segundo plano, y lo que importa es la tranquilidad y el entorno natural.

Bosques, montañas, playas vírgenes, ríos y campos abiertos: estos lugares me han otorgado una conexión directa con el mundo tal como es, sin cosas tecnológicas, sin responsabilidades, sin horarios… solo yo y la naturaleza más pura. A diferencia de las ciudades, donde todo está construido por el hombre y responde a un propósito puramente consumista o cultural, la naturaleza simplemente es. Y, para mí, eso es precisamente lo que la hace tan valiosa.

Uno de los aspectos que más disfruto del turismo en zonas rurales es la desconexión real que ofrece. Vivimos en un mundo hiperconectado, donde el teléfono móvil, el correo electrónico y las redes sociales están siempre presentes en nuestras vidas. En la ciudad, incluso en vacaciones, es difícil escapar de esto.

Sin embargo, en muchos destinos naturales, el acceso a internet es limitado o inexistente, lo que te obliga, de manera positiva, a desconectar y disfrutar del presente. Esa desconexión tecnológica es clave para poder relajarse y recargar las pilas.

Además, el contacto con la naturaleza tiene un impacto directo en nuestra salud física y mental. Numerosos estudios han demostrado que pasar tiempo en la naturaleza reduce los niveles de estrés, mejora el estado de ánimo e incluso fortalece el sistema inmunológico.

En mi experiencia personal, nada es tan efectivo para calmar la mente y el cuerpo como una caminata por un sendero de montaña o un día relajado en una playa tranquila. En la naturaleza, el tiempo se detiene. No hay urgencias, no hay aglomeraciones, y los únicos sonidos que escuchas son los del viento, los pájaros o el agua de un río. Esa sensación de paz es algo que difícilmente puedo encontrar en una gran ciudad.

Por supuesto, el turismo rural también tiene sus desventajas. Para empezar, puede ser menos accesible que el turismo urbano. Muchas veces, los destinos naturales están lejos de los grandes centros de transporte y requieren alquilar un coche o hacer largas caminatas.

También es posible que las infraestructuras sean más limitadas, lo que significa que no encontrarás la misma oferta de restaurantes, tiendas o entretenimiento que en una ciudad.

Sin embargo, en mi opinión, estos inconvenientes son menores comparados con los beneficios de estar en contacto con la naturaleza. Además, creo que justamente parte del atractivo de estos destinos es que no están tan desarrollados. Ese aislamiento es lo que los hace tan especiales.

 

Naturaleza vs. ciudad: ¿Qué es mejor para relajarnos?

Entiendo perfectamente que algunas personas disfrutan del bullicio y la energía de las ciudades, pero, para mí, el objetivo principal de unas vacaciones es descansar y desconectar. Y, cuando se trata de relajarse, la naturaleza siempre tiene la ventaja sobre el entorno urbano.

Mientras que en la ciudad siempre hay algo que hacer o ver, en la naturaleza lo único que se espera de ti es que te dejes llevar por el ritmo natural del entorno. No hay presiones, ni agendas, ni colas para entrar a una atracción turística. Solo estás tú y el paisaje.

Además, el ruido es un factor clave. En las ciudades, por muy bonitas que sean, el ruido siempre está de fondo. El tráfico, la vida nocturna, los vendedores ambulantes, las obras en construcción… la realidad es que el ruido de fondo nunca desaparece del todo. Incluso cuando te alojas en un hotel de lujo, el ruido de la ciudad te sigue acompañando.

El apartamento rural Hotel Villa María, ubicado en mitad de la nada de la Sierra de Gúdar, está de acuerdo en que, en la naturaleza, el silencio es parte del encanto. De hecho, nos comenta que eso es lo que buscan los turistas que van a verlos: silencio. Un silencio que no te incomoda, un silencio que te permite disfrutar de tus propios pensamientos, escucharte a ti mismo y disfrutar del entorno sin distracciones.

Personalmente, después de haber hecho tanto turismo urbano como rural, me doy cuenta de que regreso mucho más descansada y renovada cuando paso unos días en el campo o en la playa que cuando visito una ciudad.

En la ciudad, por muy bonitas que sean, siempre hay un nivel de estrés que no logro quitarme de encima. En la naturaleza, todo fluye de manera más sencilla, sin complicaciones, y ese simple hecho es lo que me hace preferirla por encima del turismo urbano.

 

La naturaleza gana en mi interior

Vivimos rodeados de responsabilidades y de estrés, así que pienso que, el simple hecho de estar en un lugar donde la tecnología, las obligaciones y el ruido quedan en segundo plano, es una forma de terapia que nos viene genial para desestresarnos.

Cada vez que vuelvo de un destino natural, siento que he reseteado mi cuerpo y mi mente. Las caminatas, los baños en ríos o lagos, y el contacto con el aire puro… me recargan de una manera que ningún viaje a una ciudad ha logrado hacerlo. Y es que, aunque disfruto de la cultura y el entretenimiento urbano, al final me doy cuenta de que lo que realmente necesito para desconectar es la sencillez y la calma de la naturaleza.

Entiendo que, para algunos, la oferta cultural, gastronómica y de entretenimiento de una ciudad es irresistible. Y no voy a negar que, en ocasiones, puede ser divertido y emocionante estar en un entorno urbano lleno de vida.

Pero si hablamos de descansar de verdad y de volver a casa con las energías renovadas… yo, al menos, siempre voy a elegir la naturaleza por encima del ruido y de las luces de la ciudad.

Yo, elijo naturaleza.

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